LA ETERNIDAD A TRAVES DE LOS ASTROS

Me quedaron cosas por decir de este libro: Conocí a BLANQUI gracias a un amigo marxista (hoy sociólogo) que me lo recomendó en la adolescencia. Luego, con las lecturas de Borges, particularmente con “Historia de la eternidad”, este autor vuelve a interesarme. Más tarde la idea del eterno retorno de Nietzsche me remite nuevamente a su lectura. Mucho tiempo después veo a Blanqui convertido en un personaje de Walter Benjamin. O sea: este tipo que estuvo en prisión durante 37 años me persigue y me incita a frecuentarlo. Tanto mi amigo como Borges, me recomendaron calurosamente leer “LA ETERNIDAD POR LOS ASTROS”, cosa que repito en estos días por cuarta vez. Leer un libro cuatro veces no es común, pero repetir varias veces un mismo placer sí lo es. Comparto un párrafo “Se concibe que los astros puedan ser infinitos en número, y reproducir un solo y mismo tipo. Admitamos por un instante que todos los sistemas estelares, en lo material y personal, sean un calco absoluto del nuestro, planeta por planeta, sin una iota de diferencia. Esta colección de copias formaría, ella sola, el infinito. No habría más que un tipo para el universo entero. No es para nada así, por supuesto. El número de las combinaciones tipo es incalculable, pero finito.” AUGUSTE BLANQUI “La eternidad por los astros” (Cap VII, Análisis y síntesis del universo, Pág.74) EXTRA: En la edición de Colihue el posfacio de Abensour y Pellose es excelente.

Leí dos veces este libro de con una brecha de una década entre ambas lecturas, Blanqui (un socialista de lo más interesante) estuvo preso 37 años y en prisión escribió este libro. Gracias a Borges (y a Walter Benjamin) conocí a Auguste Blanqui. a través de la lectura de el libro de ensayos “Historia de la eternidad”, en el cual Borges le dedicaba especial atención a "La eternidad a través de los astros". La edición que tengo tiene por título LA ETERNIDAD "POR" LOS ASTROS y así también lo nombra Borges en su ensayo. En mi relectura, después de diez años, advertí algo nuevo: el paralelo asombroso con el “eterno retorno” de Nieztche.