El Rubio dejó de delinquir hace décadas, pero la grave enfermedad de su mujer le hace replantearse las cosas cuando Júnior, un distribuidor local de cocaína, le propone atracar al testaferro de sus jefes en Gran Canaria. Para organizar el asalto, no le costará seducir al Palmera, un parado de larga duración cuyo sueño es abrir un bar, y a Cora, una prostituta de lujo que sospecha cercano el momento en que se esfumen sus encantos. La estrategia del pequinés es mostrarse fiero y aprovechar cualquier despiste del adversario para atacar y huir. Eso será lo que hagan los protagonistas de esta novela cuando descubran que le han pisado la cola a un tigre y se vean inmersos en una persecución frenética en la que irán dejando un rastro sangriento. Parados cincuentones, escorts venidas a menos, narcotraficantes, policías corruptos y blanqueadores de dinero pueblan esta novela negra de alto voltaje, una dura historia coral sobre perdedores en la que lo importante no es saber quién es el asesino, sino quién será el próximo en morir y, sobre todo, por qué.
Por las calles más angostas y umbrosas de la capital canariona, delinquen un grupo de arrebatadores granujas de medio pelo, embadurnados de pegajosos clichés. Ravelo consigue un buen ensamblaje del lector con el texto a expensas de una ambientación bien lograda, de un ritmo narrativo fluido y de unos localismos, ni mucho menos “ ferrugientos”. Lo mejor, sin duda, la frescura en su prosa y una intriga mantenida que se convierte en el verdadero acicate para seguir leyéndolo.