Kiatoski tiene la gripe pero, desde la cama, narra su último caso. Primus, un artista de circo, le contrata porque algo extraño ocurre durante las representaciones. Su hermana Vanessa, una artista estupenda, falla siempre a la hora de tirar las mazas y una de ellas va a parar al público. Kiatoski observa que la maza siempre va dirigida al mismo joven y que, por medio de ella, ambos se transmiten mensajes. Un día, sigue al chico y descubre que éste se reúne con Vanessa y ambos acuden a un banco con algo negro en la mano. Piensa que es un pasamontañas y que van a robar el banco. Pero cuando logra detenerlos, Kiatoski comprende que nada es lo que parece. El pasamontañas es, en realidad, un pañuelo y ambos chicos han ideado este sistema con el único fin de encontrarse, pues están enamorados. Kiatoski se lo cuenta a Primus, que se pone muy contento porque su hermana no está metida en ningún lío como pensaba él. Se despiden y Primus le promete al detective que le escribirá para contarle cómo sigue la historia de los dos enamorados.