Ricardo Má-Lic emprende un pleito judicial para recuperar la finca que pertenece a Franz Ziegele, confiscada por el gobierno de Guatemala en 1939. Realiza varios viajes a la capital y tiene que enfrentarse a la burocracia. La finca está en manos de un hombre fracasado, Rubén Morales, que roba el café al mismo gobierno que representa. En el transcurso de la trama se vive la pasión, el amor, la traición, de una manera por decirlo más primitiva; como la ley del monte. La capacidad de Rodríguez Macal para describir cada paisaje es absolutamente incréible, el criollismo en su estado puro.