Para el autor este libro inauguraba el periodo más importante de su labor creadora. Con la imagen capital de la obra Prados evoca el aislamiento del individuo que habita sin remedio un cuerpo prometido a la muerte, la irreductible soledad de su trayecto vital, pero también la nostalgia de las sensaciones vividas y el anhelo de ser más allá de los límites estrechos del jardín del cuerpo.