Sinopsis de HAY ALGUIEN AHI

Desde la primera percepción intelectual del mundo, sabemos que la palabra —el logos— dio en el clavo de la razón colgando de él la paradoja de su irracional trascendencia. En efecto, sólo el logos —la razón— fue capaz de crear ese otro mundo, ya no nuestro, sino patrimonio de los dioses, capaces de inaugurar un espacio enteramente dedicado a la magia, a la imaginación, a la fantasía, al misterio, al arcano, a la inefabilidad, al silencio, al vacío, al abismo y —cómo no— a las formulaciones morales y a su sanción mediante la extraña aleación de mores e intelecto, y todo, a su capricho, al capricho de los dioses y con una irrefutable omnipotencia que, desde ese momento, ha perseguido el ser humano hasta hoy mismo. Querer poderlo todo, tenerlo todo, incluso y, sobre todas las cosas, la inmortalidad. Hablo, desde luego, de una aspiración espiritual, de una (para no desorientar a esos mismos dioses y ser más exactos) aspiración ontológica, pues desde la perspectiva antropológica el hombre sólo puede aspirar a conocer los hechos, los acontecimientos “reales”, y éstos constituyen en sí mismos un insuperable límite, una frontera impermeable. El encuentro con el más allá de esa realidad necesita de una pértiga que nos impulse a saltar sobre ese muro infranqueable de la realidad, de los hechos, de les donnés, como tal vez habría dicho Georges Steiner. Esta realidad sustanciada en los datos pertenece —como dice muy bien Saldaña citando a Aristóteles— a la Historia, al ámbito objetivo de lo antropológico; a la Poesía le es dado decir otra cosa. Por ejemplo, desdecirse de lo que dijo y alimentar la idea contraria a su primera epistemología afirmando ahora que no fue Cronos quien fundó el Olimpo, ni fue Urano, ni Gea, ni Eros, ni hubo Titanes. Quien fundó el Olimpo y el mundo a él inferior fue la Poesía, única capaz, por fin, de ordenar el caos mediante la palabra, el signo, el símbolo, la metáfora, la parábola y la alegoría, for

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