Karen se entera de que una compañera de estudios está enferma de SIDA. Ambas coinciden en el laboratorio de biología y les toca compartir pupitre. Todos sugieren a Karen que pida que le cambien de sitio, pero el recuerdo de la amistad que mantuvieron años atrás y una conducta solidaria hacen que siga a su lado. Karen luchará contra sus propios temores y los prejuicios de los demás.
Durante las primeras 23 páginas me dije: "vaya, otra novelita juvenil insulsa". Pero, a partir de ahí, la forma en que la autora mueve los personajes a través de un tema tan espinoso como puede ser el Sida en un instituto, y los diálogos tan sencillos pero tan reales, hace que sigas con interés la trama hasta su conclusión, nada sentimentaloide para lo que se estila en estos casos. Leedla, os complacerá. Mi párrafo: " Tengo Sida, sí. Te haces un corte en el dedo y la gente se aparta de tí como si tuvieras una enfermedad horrible. Lo cual es cierto. Y te das cuenta de que eres una cosa rara y que lo serás siempre ". Leedoras/es, esto va para largo. Cuidaos.