Gabriela dejó a su marido y a sus hijos. Está sola en una casa frente al mar, pero espera gente; como si estuviera por dar una melancólica fiesta con todos los personajes de su memoria. Necesita poner en orden sus papeles. Y los recuerdos se ponen en movimiento con cada antiguo poema que aparece, disparándola hacia un viaje al pasado. Hasta el origen: del amor, del horror, del sexo. Va deshilvanando poco a poco la historia de su vida y las palabras surgen como frágiles tesoros que cifran la imagen de toda una época.