La obra se divide en alfiles del mismo y alfiles de distinto color, aspecto este último, como es bien sabido, que ha resistido hasta el presente la disección y generalización del laboratorista hasta dar lugar al poco ambicioso principio de la reclamación de tablas que se repite monótonamente día a día apenas se llega a este final. En la segunda parte de la obra, el autor, en asociación con el notable teórico Chejover, emprende el análisis aridísimo del final de caballo y peones.