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RELIGIÓN Y FILOSOFÍA

FILOSOFIA ANTIGUA, MISTERIOS Y MAGIA

PETER KINGSLEY

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Sinopsis de FILOSOFIA ANTIGUA, MISTERIOS Y MAGIA

1 reseñas sobre el libro FILOSOFIA ANTIGUA, MISTERIOS Y MAGIA

En este libro Peter Kingsley, reafirma su postura de confrontar los postulados de los filósofos presocráticos a partir de métodos distintos a los que han arrostrado la gran mayoría de los críticos en torno a ellos, es decir, por medio de los razonamientos y perspectivas de la argumentación aristotélica y de su sucesor Teofrasto. Para Kingsley la visión aristotélica resulta errónea y anacrónica; ya que esta perspectiva y metodología se basa en argumentaciones filosóficas ceñidas a la razón pura y abstracta, ratificando, una vez más, que el mensaje de los filósofos presocráticos, los eleatas y los pitagóricos e incluso Platón, iba destinado más bien a la curación del alma por medio de la filosofía y que ésta tiene una base altamente esotérica y espiritual, que sus retóricas van mucho más allá de simples ejercicios del pensamiento. Por otro lado, opina que estudiar a los presocráticos, por medio de la razón aristotélica, resulta un anacronismo que saca del verdadero contexto a los filósofos arcaicos, lo que resulta inapropiado y, en última instancia, una mirada estrecha para el conjunto de la investigación. Este libro gira esta vez en torno a la figura y la filosofía de Empédocles, que al igual que Parménides (tratado en su obra “Los Oscuros lugares del Saber” Siruela 2006) divulga su pensamiento por medio de un poema filosófico de difícil comprensión, lo que, sin duda, también ha generado controversias en la heurística y exégesis de los mismos, Kingsley rebate la idea, por lo general convenida, de que la oscuridad de los textos de Empédocles provengan de su fragmentariedad, sino que proviene de la metodología usada por la crítica que los ha estudiado por medio de la visión aristotélica, desembrolla, además, este y varios asuntos respecto al poema empedócleo (como la cosmovisión de los cuatro elementos) usando una metodología distinta, como ya se dijo, no por medio de la visión aristotélica sino por medio de sus contemporáneos (sus raíces italianas y sicilianas) y por escuelas afines a su pensamiento (como es la escuela pitagórica); para ello se vale de un rigor filológico que ayuda a su hermenéutica por medio del contexto histórico en el que vivió el filósofo, es decir, lo analiza sincrónicamente. Pero también se vale de un bagaje geográfico, mitológico y religioso que edifica desde ese eje sincrónico y que luego intenta transpolar a un eje diacrónico que lo lleva a conciliar con postulados de otras doctrinas y tradiciones de la Antigüedad, asimismo, con concepciones de la mística y la magia griegas que, por supuesto, no tienen otra finalidad que demostrar que estos textos se enlazan más a un desarrollo esotérico y de orden iniciático que a la pura racionalidad, además, que el fin último de los poemas (Tanto el de Parménides como el de Empédocles) es llevar a sus lectores por un viaje en el que se experimenta directamente la unicidad de la realidad hacia la propia divinidad. Para mí, ciertamente, eso han representado los libros de este autor: un viaje hacia una concepción más íntima de la filosofía, me ha abierto puertas a otras perspectivas mucho más intuitivas que cognitivas respecto a los postulados de los filósofos presocráticos; me ha señalado un puente, nada ilusorio, entre el pensamiento racional y la percepción mistérica y espiritual de estos filósofos, así, sus lecturas constituyen un coctel exquisito entre el saber racional y los saberes arcanos que, no obstante, hay que saber leer entre líneas. Los libros de Kingsley me parecen una guía ideal para subrayar estos párrafos escondidos en estos poemas, juzgados casi siempre como “oscuros”, pero, bajo tal guía, sus mensajes se vuelven más traslúcidos, redescubriendo aspectos casi siempre ignorados.


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