Ana de Mendoza, viuda del secretario de Estado de Felipe II y, según los rumores de palacio, favorita del propio rey, fue una dama lo suficientemente temperamental como para perder un ojo en un duelo y para enfrentarse al monarca.
Ana de Mendoza, princesa de Éboli, vivió confinada hasta su muerte por orden de Felipe II que nunca la perdonó que se enamorará de su valido, Antonio Pérez. El hombre más poderoso de España, cayó en desgracia, quizás, por el amor a la princesa.