A los meses de provisionalidad e incertidumbre del comienzo del exilio del autor corresponde la gestación de esta obra, escrita bajo el doble signo de la flor y de la muerte, del «seco olor a sangre pisoteada» y el «aroma a jardines, a amanecer diario, a vida fresca, inexpugnable», del amor y el compromiso ineludible.
Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era el agua. Creyó que el mar era el cielo que la noche la mañana. Que las estrellas rocío, que la calor la nevada. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón su casa.
¿Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era el agua. Creyó que el mar era el cielo que la noche la mañana. Que las estrellas rocío, que la calor la nevada. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón su casa."