Nadie cree a Enid cuando dice haber oído un fantasma en el jardín. Ni Charlie, demasiado ocupada en afrontar todos los gastos. Ni Bettina, concentrada en mirarse el ombligo. Ni Genoveva, enfrascada en su propio secreto. Ni Hortensia, solitaria en su diario. Sus padres tal vez la creerían, pero llevan muertos diecinueve meses y veintidós días.