—Encantado… –dijo el sapo, ante su rana primera–, sabe que yo vivo aquí por culpa de una hechicera. —Es mi gusto conocerlo –dijo la rana, sincera–, ¿es usted señor de río o de charca verdadera?… Poesía cálida y entrañable, en la que un sapo y una rana entablan un curioso diálogo que implica, a su vez, el camino hacia un descubrimiento.