Lo primero que destaca en esta novela es que en ella no se describe el conjunto de las historias individuales que ocurren en un pueblo: Cedrón; trata, por el contrario, de relatar la historia de ese pueblo considerado como protagonista, es decir como un todo viviente, capacitado para comer y respirar, para aterrorizarse, preguntar y morir. En virtud de este planteamiento, los personajes pasan a ser algo así como vísceras o colmillos de esta gran bestia que es el pueblo, por lo cual la novela tiene un tema central, sólo un tema obsesivo: describir cómo vive ese pueblo dominado por el miedo.
El borracho pasó la botella por el portillo y restregó con ella la nuca y la espalda de la lavandera. ¡Quieto! -previno la mujer, bamboleando los duros senos al hacer el esguince- a mí el que me acaria me sostiene.