EL TOPO QUE QUERIA SABER QUIEN SE HABIA HECHO AQUELLO EN SU CABEZA

Jamás pensé que un libro infantil, pudiera tener tan malos valores. Y no me refiero a que se trate de una historia sobre excrementos animales que tanto pueden divertir a los más pequeños, sino al carácter irascible y poco humilde del protagonista. Se trata de un topo pequeño y corto de vista que, tal vez, por una nefasta casualidad, ha sufrido una injusticia, sí, pero ¡¿tan importante resulta como para ir buscando obstinadamente a un culpable!? Fuera de control y con un nada educado saludo de "¡Oye, tú!" el animalito va llamando la atención de otros animales mucho más grandes que él y que, casi burlándose, le dan pruebas de su inocencia. Podríamos pensar que el cuento va de la una lección de humildad que debe aprender el protagonista, ¡pero no! Lo peor viene ahora; finalmente encuentra al culpable. El que le ha hecho "aquello" sobre su cabeza es un animal enorme y poderoso, que se encuentra durmiendo apaciblemente. ¿Qué hace el topo? ¿Le despierta y ambos comentan la situación? ¿Aclaran el asunto? ¿Decide perdonarle? No... el protagonista le devuelve la jugada, de forma voluntaria y consciente, y así, satisfecho de su venganza, regresa feliz a su casa. No sé vosotros, pero a mí no me parece un buen mensaje ni mucho menos un buen valor, tanto para pequeños como para adultos. Me atrevería a decir que lo más educativo que tiene es mostrar las distintas deposiciones de los animales. Es un libro que, aunque sin duda haga reír a los niños, no lo recomendaría nunca.