“Los nombres de vuestros mártires serán un día bendecidos y glorificados por la Santa Iglesia, como lo son ahora los cristianos de las catacumbas”. (Urbano VII a los cristianos de Japón, 1626). En el fondo del valle de Tsuwano, se levanta un templo budista, el “Kooronji”, que quiere decir “Templo del resplandor solitario”. Entre sus viejas maderas los cristianos vivieron por cinco años encerrados. En la más completa soledad hicieron brillar el resplandor de su fe. El nombre del templo budista se hizo realidad; realidad que aún perdura.