Sinopsis de EL RASTRO

En El rastro, Antonio Ortuño sigue el ritmo vertiginoso que caracteriza a su obra, dando saltos en el tiempo y el espacio para confrontar al lector con el México donde todo es posible: Paulo, un joven que cursa la preparatoria, desaparece en Casas Chicas y es buscado por Luis, su mejor amigo, y su hermana Sofía. En su busca, Luis y Sofía descubren que el caso de Paulo no es el único; son más los desaparecidos. Durante esos días, Luis recuerda la noche en que conoció a Sofía oculta entre los arbustos de un parque, y los días que siguieron después de que decidieran emprender una aventura que reveló una historia mucho más tenebrosa de lo que imaginaron. Recuerda también el primer beso que se dieron, la carta que nunca se atrevió a entregarle y la furia que lo envolvió luego de que Sofía desapareció de su vida sin ninguna explicación para reaparecer, años más tarde, justo en la casa de su mejor amigo. El rastro ofrece una narración ágil que atrapa al lector por la trama y lo deleita por el audaz manejo del lenguaje, lo cual hace que esta novela sea una excelente puerta de entrada para que los jóvenes lectores transiten hacia otras lecturas.

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FRASES DEL LIBRO EL RASTRO

Y luego me besó. Su boca sabía, como siempre, a felicidad pura, a fruta y a sol (eso anoté en mi libreta y tengo, incluso ahora, la absoluta certeza de lo que quería decir).


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Pensar muerto a alguien que te importa es peor que una patada en la entrepierna. Sobre todo cuando la idea te asalta de repente, cuando no has sido preparado por una enfermedad previa, una amenaza o miedo anterior, cuando no lo esperas y el golpe llega así, seco y frío.


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(…) porque no hay mejor modo de recontar ciertas cosas que repasar las palabras e ideas con que intentamos entenderlas la primera vez.


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Me miraba con la fría desaprobación con que los gatos tratan a los siervos que se pretenden sus amos.


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Desaparecido él: jodidos nosotros. Si te falta alguien, no disfrutas la comida ni el agua, no vuelves a dormir un sueño cabal. Secuestrado. Desaparecido.


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Cosa de timidez: me aterraba la necesidad de dirigirle la palabra a alguien por obligación.


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