Segunda entrega de la trilogía Todos lo hicieron mal. La adolescencia de Jill en la primera parte de la trilogía, Tom, el Fuerte, da paso a la juventud con una vida incierta y a la búsqueda de un lugar donde vivir. Jill se dirige hacia el norte del norte, como le gustaba decir a su padre. Allí su vida se moverá entre los intereses de la necesidad y el amor. Ser deseada y odiada, será el estrecho pasillo por el que deberá andar, y con pocas oportunidades. La naturaleza salvaje, la madurez de un hombre y la maldad del todopoderoso terrateniente que domina la región, le obligará a rehacer sus planes y a sortear los retos que la vida le va imponiendo. Jill quiere ser feliz. La búsqueda de la felicidad es vivir la vida. Pero a veces la vida no es fácil.