La transformación de la nada al ser, de la esclava a la loba, ha matado a Dios como carga y se ha erigido en Diosa; un nuevo comienzo de inocencia, ingenuidad, superación, un juego creativo, libertad, nuevos valores; un mundo salvaje, primitivo, para un espíritu libre de estética dionisiaca, purificado de lastres, que ama la vida como aventura y le dice sí.