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Sinopsis de EL PADRE MUERTO

¿Cómo deshacerse de un Padre Muerto de una longitud aproximada de 3.200 brazas, cuyo cuerpo inerte se extiende desde la Avenue Pommard hasta el Boulevard Grist? ¿Cómo deshacerse de un ser omnipotente y omnipresente, que dicta, ejecuta y reina más allá de la muerte? ¿Cómo deshacerse de un «pesado de mierda»? Thomas —el Hijo— y Julie —su Mujer— se encuentran al frente de esta peligrosa expedición. Diecinueve hombres arrastran penosamente el cable que lleva al padre muerto a la tumba. Juntos atraviesan lugares inhóspitos como el territorio de los wend, un ejército de seres sin padre, seguidos de cerca por la amenaza velada de un jinete misterioso. Entre tanto, el Padre Muerto está todavía con nosotros. Pronuncia discursos, ejecuta sentencias, promulga edictos, descarga su ira de padre. El Padre Muerto es el padre de todos los hijos. Padre de padres. Y ahora hay que enterrarlo. En esta puesta en escena experimental que es El Padre Muerto, Donald Barthelme deconstruye brillantemente la figura mítica y omnipresente del padre mediante la ironía de quien sabe que «un hijo nunca llega a convertirse en padre, en su sentido más amplio. Claro que puede intentarlo, pero no pasará de ser un mero aficionado».

1 reseñas sobre el libro EL PADRE MUERTO

Sé que hay verdaderos amantes del surrealismo, sé que muchos dicen entenderlo y aseguro que muy pocos son los elegidos que verdaderamente lo entienden. En mi caso...pues como el vino, ni regaliz, ni frutos rojos, ni tercer gajo de mandarina empezando desde el centro con regusto a ciruela de bruselas en boca. Suave, seco o afrutado. Fin de la historia. No digo que la descabellada historia de Donal Barthelme no tenga su guasa. Un hijo debe ocuparse de llevar a su padre a la tumba, fácil ¿no? Pues no. Para empezar el muerto (que lo está pero no se comporta como tal) mide palmo arriba palmo abajo 5800 metros, si casi 6 km. El peculiar cortejo fúnebre compuesto por 19 hombres tirando de un cable de acero la plataforma donde viaja el difunto, que en su mortalidad va dando discursos a su antojo (sí, sí, el muerto). Bien, explicada la parte más normal de la novela, no me pidáis más, porque lo irracional, toma más fuerza y no tengo nada claro donde el autor nos quiere llevar. Pasado el primer impacto y sonrisa por lo descabellado uno agradece que la novela sea cortita, y acabo con cara de completa perplejidad diciendo...y esto...¿para qué? Habrán personas muchísimo más cultas que yo, que le sacaran un jugo y tres vueltas, pero para los míos, los de la boina y unicejos, mejor tomarlo como algo que te hace reír y nada más. Ya dejo los viajes introspectivos, las reminiscencias y los ciertos aroma a perla de limón y trufa porcina a los que de esto entienden. ¿Dos palabras? Un despropósito.