En los textos de Jennifer Clement podemos encontrar los rastros del antiquísimo y a la vez novísimo Beowulf y de los poetas isabelinos. En El marinero de Newton hallamos poemas amorosos y contemplativos y poemas surgidos de las ideas de Newton, Einstein, acaso de Max Planck y tal vez de Steven Weinberg, quien ha intentado ver los primeros segundos del universo. Aunque algunos declaren que Poesía y Ciencia son incompatibles, aquí confluyen sin contradicción.