¿Cuántas formas de expresar el deseo homosexual existen, y cuántas de censurarlo? En los cuentos de "El inmenso desvío" asistimos a las ceremonias de amor que se pueden resolver de las maneras más inesperada, incluso con la muerte. Siempre hay un apetito transgresor que nace en los personajes: un hombre de cincuenta atemoriza a su joven enamorado con un deseo inesperado: hacerse prostituto; una escultura de San Sebastián puede despertar la pasión de su restaurador; el terror que causa el pistaco —consumidor de grasa humana— en el tierno rostro de una novicia puede disparar el goce sensual de la madre superiora que la cuida. Y es que Juan Carlos Cortázar plantea aquí juegos extremos y reales, humanos y valientes. Son travesías hacia nuevos territorios, mapas de un inmenso desvío al que accedemos con suma curiosidad.