Para muchos de sus contemporáneos, El hombre que está solo y espera fue "verdaderamente una biblia porteña que trata del amor, de la amistad, de la política, del juego, de la aventura, del aburrimiento, y de la tragedia sexual de Buenos Aires". Para otros, se trató de "un libro que es a Buenos Aires como Don Segundo Sombra y Martín Fierro son a la pampa". El tiempo transcurrido desde entonces ha revestido a este libro de nuevas resonancias. Críticos e historiadores lo reconocieron como una de las obras clave del ensayo de interpretación nacional. Acompañando esta cuidadosa edición de El hombre que está solo y espera, los textos de Alejandro Cattaruzza, Fernando D. Rodríguez y Sylvia Saítta recuperan para los lectores del siglo XXI un clásico de las letras argentinas del siglo XX.
Libro que leí de adolescente y que hoy no leería. Pero si les agradan los ensayos (digamos... "sociológicos") de Sebreli o Martínez Estrada este libro les gustará. Hay identidad "patriótica" muy poco interesante: "Él solamente sabe, y solamente quiere saber, que está aferrado a esta tierra y al espíritu de esta tierra por sobre todas las cosas" Pero también hay poesía urbana: “La ciudad se desencastilla, se desemponzoña, rescata su jovialidad, la tranquila ociosidad en que la muerte se mata con una sonrisa.”