EL FRIO MODIFICA LA TRAYECTORIA DE LOS PECES

En una calle de Montreal, los padres de un niño deciden separarse. Cuando lo hacen, el niño pide ayuda al cielo para que las cosas cambien. Al día siguiente la temperatura desciende en picado y el hielo y la nieve paralizan la ciudad en una de las nevadas más copiosas de la historia del país. En una calle donde sus vecinos de edificio son todos reservados y con unas características algo peculiares, ese clima extremo y los cortes de electricidad empiezan a unir a la gente, creando una comunidad donde antes no la había. Algunos se quedan sin comida, otros tienen suficiente para compartir, y así su concepción de los vecinos empieza a cambiar y nace entre ellos la solidaridad. Todos se unen para ayudarse mutuamente. Alex, el mejor amigo del protagonista, es un tipo duro que vive con su padre Alexis y que se queda sin electricidad en su apartamento, así que se quedan con sus vecinos Simon y Michael, una pareja gay que tiene miedo de decirle a todo el mundo que tienen una relación. Unas casas más abajo vive Boris, un matemático ruso que tiene cuatro peces y observa cómo los peces se mueven siempre en la misma dirección. Boris siempre tiene que mantener la pecera a 32 grados, pero cuando se va la luz le entra el pánico y es entonces cuando conoce a Julie. Julie trabaja en un club de strippers y siempre tiene miedo cuando lleva a un hombre a casa, pues al día siguiente el hombre se va. Julie vive enfrente de Boris y lo invita a quedarse con ella para salvar a sus peces, porque ella todavía tiene electricidad en su casa. ¿Podrá todo el mundo mantener la calma y seguir con su vida normal o se desatará el caos? ¿Qué pasará con los peces de Boris? ¿Morirán si baja la temperatura demasiado? ¿Y las personas? La tormenta saca a la gente de sus casas, les hace ayudar a vecinos con los que ni siquiera habían hablado antes, abre los corazones de la gente a nuevos amigos, desvela habilidades de liderazgo que habían estado enterradas hasta ahora. Y así, estos vecinos llegan a conocerse y descubren que se gustan y el sentimiento de buena voluntad hacia cada uno crece, se fortalece y se extiende a los demás. Solo existen nueve personajes principales, diez si contamos al perro y catorce si incluimos a los peces. Es una historia breve, sencilla, pero lo que he sentido con su lectura es una infinita esperanza. Casi como cuando te despiertas de un sueño y lamentas que no fuera realidad. No profundiza mucho en la personalidad de los personajes, pero esto hace que contribuya a la sensación general de que estás observándolos en la distancia o espiando sus vidas a través de una ventana helada. ¿Realmente es necesario que ocurra una catástrofe para que nos demos cuenta de que no hay nada más hermoso que el amor y la solidaridad? Es un libro que he disfrutado y que gustará a los que necesiten un estímulo rápido; perfecto para las noches frías y oscuras de invierno en las que quieres sentirte cómodo por dentro y por fuera.