Recopilación privada; ajuste de cuentas con una madre desesperada y desesperante; desmontaje de una vida que va de la simbiosis al enfrentamiento, de la huida de la casa familiar a la clandestinidad revolucionaria, de la migración al descubrimiento de sí a través de la escritura, El corazón del daño es un dispositivo literario abierto y complejo que busca, en palabras de su autora, ser fielmente "un censo de escenas ilegibles". Con una narrativa directa y voluptuosa a la vez, Negroni recurre a la nota íntima, la observación sagaz, la apostilla urbana, la crónica política, la balada del exilio y al canto lúgubre del duelo para escribir "un pequeño libro de mi puño y cuerpo, seguramente errado en su tristeza".
Con ecos de "Carta a mi madre" de Gelman, aunque sin tanto lirismo y mucha más aridez, el libro de Negroni se construye de recuerdos o fragmentos de recuerdos de una madre que la construyó y destruyó al mismo tiempo. El tema de la relación con la madre es un tópico repetido entre las escritoras contemporáneas y al no tener una mirada original -madre exigente e invasiva a la que sin embargo no se puede expulsar de la vida- termina sonando a repetido. La prosa de Negroni sostiene toda la obra con un lirismo reflexivo, adornado con citas que por momentos parecen excesivas. Sin embargo poco puede criticarse a algo que parece salido desde lo más visceral de la autora.
Dos cosas me quedan claro con este libro: que Negroni es muy culta y que la relación con su madre fue complicada. Entre la autobiografía y la biografía (sesgada) de su madre, entre la prosa poética y el ensayo personal, es un libro difícil de clasificar. Entre la queja constante sobre su madre y lo mucho que dice que la amaba y su manera poco considerada de retratarla, su propósito resulta ambiguo. “Mi madre detestaba la insolencia, sentía horror del qué dirán y juzgaba de muy pésimo gusto ventilar intimidades”, dice sobre un libro anterior que, supongo, hablaba de su madre. Y en este libro lo hace de nuevo, pero cuando ya no hay posibilidad de reclamo porque está muerta. Pero su estilo es interesante. Están su léxico familiar y su forma de torcer el lenguaje. A veces escribe desgranando sus párrafos. Como si fuesen versos. Aunque de tanto usar este recurso, acaba por perder fuerza. O quedan párrafos de una sola palabra que dice poco o nada. Así. Pero escribe muy bien. Algunas de sus frases tienen la belleza de los versos. Algunas de sus imágenes son poderosas. Aunque eso no siempre alcanza.
También me olvidé del amor./ Me volví un pájaro eremita./ Una rama inflexible./ Un heraldo de qué./ Miré a mi alrededor desconcertada./ No sabía quién fuese, y no importaba.