CADA NOCHE UNOS PASOS DE CERA SE DESPIERTAN CADA noche unos pasos de cera se despiertan en medio de tu sombra, junto al hierro de la cama, donde los perros del insomnio se desprenden de sus collares y al sol del amanecer, como amantes ausentes, aúllan. Entonces descubro dónde estoy: escucho un latir de horas que la maldición despliega, paso por túneles de olores desiguales, laderas de venenosos cabellos y llamadas intermitentes. A veces, en los pasillos desecados por las flores, un hoyo de oscuridad se defiende de mi nombre, un ojo me acusa, y, entre el lento deslizarse de mi exilio, yo mismo, una llama extinguida, un vano contratiempo, una gota del olvido, en mi muerte me oigo.