El seis de noviembre de 1971 el Director General de Cultura y Espectáculos, don Enrique Thomas de Carranza, informó a las autoridades judiciales del posible contenido delictivo de la novela que el lector tiene ahora entre sus manos, De Las Armas a Montemolín. A finales de diciembre se ordenó el secuestro y en febrero de 1972 se decretó el procesamiento de su autor.