Entonces comenzaron los cuentos. Lo hizo Siraj, el tío de Ayasira, que era conocido por su don de palabra. Adornaba los cuentos populares de tal manera que los hacía diferentes a los oídos de la audiencia. Una ráfaga de aire hizo tembletear los velos. Allí estaban todos sentados alrededor del té, en semicírculo, frente al tío de Ayasira. En la gran noche del desierto, solo se escuchaban las palabras de Siraj y la lumbre de leña. Cuentos de té y otros árboles, textos llenos de poesía y sentimiento, como solo Mónica Rodríguez Suárez sabe contarlos.
Son estos libros que me llenan de mucha melancolia, me hacen querer abrazarlos mas tiempo del que suelo hacerlo con otros, aferrandome a los recuerdos de mi niñez y las curiosas aventuras que he vivido. Ya sera motivo en algun momento compartirlos. Este libro es uno de mis favoritos, aunque los 3 primeros cuentos son un poco pesados, los 2 ultimos son una joya, un regalo puro y reconfortante para la humanidad, lo disfrute tanto que lo comparto en mis cursos talleres, donde cada alumno (sin importar la edad, que suelen ser entre los 14 y 51) se emocionan, despertando ese hambre por leer. Me atrevo a decir que la magia de contar cuentos, solo es posible cuando los propios cuentos ya son magicos. Me encantan los cuentos de té.