CUANDO SIEMPRE ERA VERANO

MIGUEL PASQUAU LIAÑO

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Sinopsis de CUANDO SIEMPRE ERA VERANO

Cuando siempre era verano no sólo es una impetuosa invitación a mirar atrás y dejarse alcanzar por el propio pasado. Es la recreación de aquella España de los 60 y 70 que empezaba a agrietarse con mucha menos resistencia que la que parecía prometer la entereza de la casa de Pinos de Duero donde fueron posibles tantas mañanas, tardes y noches de plenitud.

1 reseñas sobre el libro CUANDO SIEMPRE ERA VERANO

CUANDO SIEMPRE ERA VERANO- Miguel Pasquau Liaño Con la sensación de haber leído mi infancia, escrita en fino papel; cada imagen, cada olor, evocadores de un pasado ovidado. Así me he sentido, creyendo en el embrujo del destino y el azar, que ha puesto un libro en mis manos que siento escrito para mi. Desde el primer momento, este libro evocaba la esencia de Machado, aunque mi infancia no sean recuerdos de un patio de Sevilla. Son los recuerdos del olor de los pinos en las noches de verano al lado del Duero, las tormentas de agosto, las vendimias en Mucientes o el deseo de las palomitas recién hechas de Simago. Todas estas sensaciones con las que me crié e impregnaron mi destino las he encontrado escritas para mi en este libro. Ya sé que un libro es el invento de ingeniería precisa de su autor. Sin embargo, en él se intuyen guiños a su realidad que han hecho que el misterio que lo envuelve encienda mi deseo de leer sorbos del mismo. Poco a poco, se entretejían las cotidianidades de una familia y se intuían amables esas dos Españas, que nunca acaban de fundirse en una sola, como generaciones que se amaban sin comprenderse. Y otra vez me he visto reflejada en una familia que en nada tiene que ver con la mía, salvo en los sentimientos. He sonreído con esta lectura, y he llorado con el alzeimer de Tía María Jacinta, como si de mi propia familia se tratase. Pero sobretodo, he disfrutado con las frases de Miguel ( permitidme la licencia con el autor, al que siento tan cercano), porque son frases para recrearse, para meditar; frases que hacen de su escritura un sello particular y diferenciador. Frases que te brotan en el alma y te recorren por dentro. Porque confieso que yo existo gracias a un 11 de agosto y por eso las lágrimas de San Lorenzo forman parte de mi y porque mis veranos de adolescencia tienen el nombre de Santander en la playas de la Magdalena. También me he sentido una "marquesa" con la lectura de este verano, que siempre es, y que invita a una copa de vino y a un paseo por París buscando colores lejanos en este gris otoño. Gracias, por haberme conducido estas noches a un paraíso olvidado y dejarme vestir de verde oliva. Gracias, Miguel, por regalarme tus palabras. " Te lo inventas tan bien que casi me acuerdo", tal vez sea porque "inventaste mis recuerdos".