Así pensaba el joven Nietzsche abordar la nueva tarea crítica de los valores de la modernidad. La introducción de esta terrible frialdad implica adoptar una perspectiva filosófica inédita: entablar un combate inexcusable contra todo lo que nos presiona y nos hace descuidar la tarea de la vida. Asumiendo personal y reflexivamente esta gélida distancia angélica, aparentemente inhumana, el pensamiento de Nietzsche nos ha conducido a un nuevo umbral y a una inquietante pregunta: ¿hasta qué punto podemos alcanzar la vida sin destruirnos, sin abandonar las cálidas seducciones en las que reposa lo que hasta ahora más amábamos?