Resulta imperdonable haber publicado este libro, no tanto por lo que desvela sino por lo que anuncia o sugiere. Resulta lamentable que este libro, insólito en lo ornamental y monstruosamente esteticista, pueda llegar a ser leído con complacencia por alguien que no esté previamente enfermo de imaginación o incluso por algún descreído de la fantasía. Nada bueno augura su divulgación; muy al contrario, contribuirá sin duda a precipitar el advenimiento del fin de los tiempos.