La locura toma cuerpo en plena Feria de Abril Calle del Infierno es un relato con una gran cantidad de claves donde el lector apresurado se creerá de inmediato poseedor de una clara interpretación. Los topónimos que jalonan la novela, son una estratagema sibilina que no tiene otra finalidad que adornar la narración con un nombre hermoso. Es una especie de juego planteado con la intención no mal sana de hacerle perder el rumbo en su intento de descubrir al asesino.