CADA DIA ES DEL LADRON

Se trata de una experiencia contada por quien la vive. Se nota el sentimiento sobre el recuerdo de lo que fue, de lo que no ha dejado de ser, de lo vivido. El autor nos narra sobre cómo se sintió volver a su país natal. Nos muestra la percepción de alguien que culturalmente cambia, que se ve afectado por vislumbrar cómo se ha arraigado la corrupción en Nigeria, desde la territorialidad por extensión hasta cuando viaja y la tiene que enfrentar en cada aspecto de la vida, hasta en los más mínimo que implica su ejercicio. Muestra que el sentimiento por ese pasado no se pierde, es lo que nos hace ser de un lugar específico. Pero también nos muestra que somos seres cambiantes, que nos dejamos influir por aquello que vemos y vivimos. El ya no es el mismo, a pesar de sus rasgos, de sus recuerdos, de su color, él es otro ser muy distinto. No se acostumbra a eso que antes era la normalidad. Es la historia sobre ese cambio, es una historia que nos sucede a todos cuando volvemos. Desde la distancia añoramos eso que ya no es nuestro, aquello que nos dio momentos inolvidables, pero que nos cuesta ver desde una nueva óptica que nos ha dado la distancia. Me pareció increíble la narración sobre el tema de la corrupción. Hace parte de la vida de cada nigeriano, están acostumbrados a ella. Pensé que mi país era el descaro, pero nos falta un poco para llegar a ese nivel. Cuando sea parte de la normalidad de la vida es que no habrá regreso. Un libro muy personal, bien narrado que permite abrir las puertas de otros lugares y que, por tanto, extiende la capacidad para comprender otras culturas.