Desfilan por estas hojas nombres ilustres y de modernos ciudadanos. Los que vivimos el Morón alumbrado a querosene, el cementerio sin cerco, los pantanos y el polvo de sus calles, los que vivimos todo lo que va del siglo, nos saludamos de vez en cuando con una sonrisa complacida dialogando sin palabras. Este trabajo de Lacoste es necesario y oportuno porque es ético y estético. Y porque circulan la verdad y la belleza por sus interesantes páginas.