El año 1944 marca el centenario del Don Juan Tenorio de Zorrilla. Pero en el Español la reposición del Tenorio había durado solamente unos veinte días en la temporada 1942-1943, y cuando montaron Don Álvaro o la fuerza del sino en 1943 apenas se mantuvo tres semanas. Baile en capitanía vino a ser como una defensa del teatro romántico puesto al día, además de una tentativa de resucitar el ya agonizante teatro en verso. Foxá aparece como un defensor de la poesía -y la rima- en escena y de unos sueños, mezcla de romanticismo y falangismo, que caracterizan su pensamiento literario. Descrito por Andrés Trapiello como «uno de los que ganó la guerra y perdió los manuales de literatura», Foxá afirmó que Baile en capitanía es «una obra poética, en modo alguno política, a esa distancia en el tiempo en que las pasiones que hicieron morir a los hombres se han inmovilizado en la historia». Como sugiere Derek Gagen, más que una poetización de la propaganda franquista en la imagen de las dos hermanas -la «novia perfecta» y Elvira- convendría recordar los elementos románticos, como el de «la fuerza del sino», que caracterizan la obra.