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RELIGIÓN Y FILOSOFÍA

ARGENTINA IMPOTENCIA: DE LA PRODUCCION DE CRISIS A LA PRODUCCION DE PAIS

ALEJANDRO ROZITCHNER

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Sinopsis de ARGENTINA IMPOTENCIA: DE LA PRODUCCION DE CRISIS A LA PRODUCCION DE PAIS

1 reseñas sobre el libro ARGENTINA IMPOTENCIA: DE LA PRODUCCION DE CRISIS A LA PRODUCCION DE PAIS

Puede parecer idiota hablar de felicidad en tiempos tan difíciles, pero es cuando se vuelve mas necesario hacerlo. De qué vamos a tener miedo? De decir lo que queremos, de tratar de llevar la vida que nos gustaría? Vale más expresar un deseo, y tratar de vivir de acuerdo con el, que emitir y sostener una opinión política. Y no porque no sea importante tener opiniones políticas, sino porque lo primero es una aventura que involucra la vida, una intervención directa, y lo segundo suele ser una representación que no produce. Incluso la política debe ser refundida desde un principio de deseo y búsqueda de la plenitud posible . Cada ciudadano no asustado, no desesperado, se vuelve generador de vida. Reconocer la crisis, pensarla, abordarla buscando crear formas nuevas, es un proceso de avance en el pensamiento pero también en la realidad nacional. Aunque la propia vida, la vida personal, parezca un territorio insignificante, es el único territorio real, el verdadero territorio nacional en el que es posible actuar de manera inmediata y constante. Si despreciamos ese ámbito personal y lo dejamos de lado como algo no relevante, aceptamos la desertificacion total de la comunidad. Si en cambio lo asumimos como un campo de trabajo, producimos avances relevantes incluso para el universo social. La felicidad individual no va en contra del bienestar colectivo, al contrario. Solemos pensar que de manera excluyente uno se preocupa por sí mismo o se preocupa por la comunidad, pero la alternativa es falsa: si uno se preocupa por sí mismo y busca su felicidad personal produce bienestar comunitario, o aporta a la producción de bienestar. Al hacerlo trató a la sociedad como terreno fértil, y lo fertilizo. Luchando por nuestra felicidad individual es la manera en la que podemos ser capaces de producir país, solo así se pone en movimiento una fuerza y un sentido capaz de revitalizar la comunidad. La política debe entender y rescatar esta fuente de sentido, la búsqueda de plenitud individual, como auténtico motor de la vida comunitaria. Los políticos deberían convocar al entusiasmo y a la felicidad aunque sus palabras e ideas sean pueriles. Aludir al sacrificio es una figura meramente retórica y lleva a reproducir el juego de la impotencia. El sentido a proponer es exactamente el contrario: el país necesita que todos busquemos nuestra felicidad, que nos volvamos capaces y eficientes en el camino de esta búsqueda. La sociedad no funciona centralizadamente, así que no hay por qué esperar que suceda un único suceso central que arregle todas las cosas. No es lógico ni realista aspirar a una solución total. Se trata de generar iniciativas, aventuras personales, en donde se busque la plenitud que decimos querer. Decimos querer, porque como señala Lope de Vega, “amor en obras consiste”: el amor se prueba en hechos. Nosotros decimos querer un país distinto, pero querer un país distinto significaría lograr ciertas cosas qué tal vez recién ahora estamos tratando de empezar a hacer. Si no hay actos que acompañen un amor o un deseo, ese amor o ese deseo no son verdaderos ni reales.


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