APRENDER A REZAR EN LA ERA DE LA TECNICA

GONÇALO M. TAVARES

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Sinopsis de APRENDER A REZAR EN LA ERA DE LA TECNICA

En un ambiente que evoca el clima político de la Europa Central de entreguerras, Lenz Buchmann comienza su carrera como cirujano. A diario toma decisiones de vida o muerte sin mostrar atisbo de compasión por sus pacientes. Con el tiempo, Buchmann se convierte en un cirujano de prestigio que considera, no obstante, que el cuerpo humano es un campo de acción demasiado limitado. Resuelve entonces dedicarse a la política, pero algo terrible ocurre, y de ser un actor principal pasa a convertirse en un paciente, una víctima. Con un lenguaje abrupto y descarnado, Tavares nos habla del mal, personificado en Lenz Buchmann. Como en su novela anterior, Jerusalén, Tavares reflexiona acerca de las relaciones de poder, la enfermedad y la muerte.Aprender a rezar en la era de la técnica ha recibido además el premio al mejor libro extranjero publicado en Francia en 2010, galardón que comparten autores de la talla de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Philip Roth o Günter Grass, entre otros.

1 reseñas sobre el libro APRENDER A REZAR EN LA ERA DE LA TECNICA

La historia de Lenz Buchmann, un cirujano sin escrúpulos que se siente llamado a dominar el mundo. En un ambiente que evoca el clima político de la Europa Central de entreguerras, Lenz Buchmann comienza su carrera como cirujano. A diario toma decisiones de vida o muerte sin mostrar atisbo de compasión por sus pacientes. Con el tiempo, Buchmann se convierte en un cirujano de prestigio que considera, no obstante, que el cuerpo humano es un campo de acción demasiado limitado. Resuelve entonces dedicarse a la política, pero algo terrible ocurre, y de ser un actor principal pasa a convertirse en un paciente, una víctima. Durante su vida humilla a las personas con las que convive a su alrededor. Practica sexo con su mujer delante de vagabundos. Hasta que uno de ellos quiso hacerlo también con su mujer, matando en ese mismo acto al vagabundo y a su mujer, con el fin de crear su propia coartada (Páginas 616-618)- Se sentía un ser superior, capaz de salvar vidas ( en su papel de médico) y de matar ( capacidad de ejecución, en su papel de político). Con un lenguaje abrupto y descarnado, como en su novela anterior, Jerusalén, Tavares reflexiona acerca de las relaciones de poder, la enfermedad y la muerte. De nuevo el escrito recurre a la guerra para crear una analogía entre la vida y la voluntad de la muerte, y como esta, con sus armas, lucha por conquistar el cuerpo sano hasta derrotarlo y provocar la muerte.Página 452.- La aparente inmutabilidad de la naturaleza no era un síntoma de debilidad. La impermeabilidad respecto a los cambios históricos era la gran arma de la naturaleza. Ni un sentimiento nuevo había surgido bajo la piel de los hombres. Página 457.- La enfermedad arrebata al hombre su gran capacidad: la de construir, la capacidad de hacerPágina 469.- Para el protagonista la compasión era un sentimiento innecesario, una herramienta inútil para la existencia. Desde su posición de médico tenía la obligación de curar al enfermo, pero nunca le oiría gritar por la causa humana. Era un signo de debilidad mostrar compasión, pues de ser así pronto sería devorado.Página 488.- ¿Por qué se llora en los entierros? No por la ruina individual de un cuerpo sino por la continuada ruina de la comunidad de los hombres y de su principal proyecto, la inmortalidad. Lloramos por nosotros, porque pronto cada uno de nosotros podría convertirse en el muerto al que hoy se llora. Cada hombre reivindicaba que la muerte terminara antes de llegar a él.Página 500.- Se define muy bien en este párrafo. “El perro no podrá proteger al lobo porque no tiene fuerza para ello y el lobo no podrá proteger al perro porque eso no está en su naturaleza”Página 506-507.- La velocidad más importante no es la de la máquina sino la de las decisiones que tomamos” Y cuando se toma una decisión no le queda más que seguir avanzando.Página 520- 521.- La vitalidad que se logra mantener en aquellos que actúan sobre el mundo con fuerza, son las que la conservan. Fragilidad (Franz) contra la dureza del hermano Lenz.Página 537.- Se sintió vulnerable y ello se le hizo insoportable. Tomó conciencia de que acabaría muriéndose. Un ser como todos los demás, que lo incluía no en la mezquindad individual de los de allá abajo sino en la debilidad, pese a todo, de la especie.Página 547.- Hacer lo que se quiere es el primer peldaño, el segundo es hacer que los demás quieran los que nosotros queremos. Página 555.- Lenz Buchmann, había trasladado a su vida pública (la política), su capacidad de mostrar su lado más fraterno, fingir estar en el mismo barco, transmitir que remaba en equipo, pero en el fondo solo estaba en el mismo barco si otro remaba por él. Página 558.- Lo que en ti es más digno no te pertenece, había dicho la Iglesia, refiriéndose al Espíritu Santo, una invención que no era indispensable para la existencia, pero cabe recordar que en el libro “Jerusalen” nos decía que un hombre estaba loco si cualquiera de las funciones físicas, mentales y espirituales no funcionaban debidamente. Y en concreto nos decía que espiritualmente el hombre busca a Dios, busca lo que en este mundo no es capaz de encontrar. Posición que le supuso problemas con los médicos, con la ciencia, pero sin embargo él mantenía su tesis.Página 579.- La pasividad es un arma de doble filo, por un lado se evita que los imbéciles vuelvan a tomar el poder, pero por otro lado impide que nos oigan con atención, y la indiferencia a la larga es peligrosa Página 592.- La estrategia de la religión. No se puede destruir lo que no existe. No crearon Iglesias, diciendo que era su Dios, porque sabían que tarde o temprano serían derribadas. Página 605.- El miedo es el misterio que la velocidad oculta, y valiéndose de este dicho, en un arrebato, mató a un vagabundo, Rafael, y a su mujer. Página 608.- En realidad hay dos miedos, primero el que te hace decidir y el segundo el que te mantiene en ese estado. Página 668.- Nunca percibimos las miradas de los demás con el mismo sentido que las dirigen hacia nosotros.