Austria-Hungría, 1899. Alondra, la hija única de los Vajkay, se despide para pasar una semana de vacaciones con sus tíos. Los Vajkay, que prevén dicha separación como insufrible, no sospechan que durante esa semana vivirán un feliz período de redescubrimientos –de buena comida, amistad, música, risa...–, en el que coincidirán la alegría de vivir con la ausencia de esa hija solterona y poco agraciada que condicionaba sus vidas.