SEPTIEMBRE Sillas amontonadas... Las primeras farolas se iluminan, aunque aún le quedan a esta tarde unos minutos. Sobre las rocas, sin pudor ni alardes, las heridas resecas que el salitre dejó en el armazón de aquel llaüt. Derrotero implacable, todo avanza en busca de su fin. Del otro lado, sillas amontonadas, inservibles -ahora que el sol ya busca otros veranos- como el recuerdo de los días buenos en mitad de un diluvio o de un adiós