El sueño de la hija de un modesto vicario es convertirse en institutriz un ideal de independencia económica y personal, y de entrega a una noble tarea como la educación. Una vez cumplido, sin embargo, los personajes de este sueño se revelan más bien como monstruos de pesadilla: niños brutales, jovencitas intrigantes y casquivanas, padres grotescos, madres mezquinas e indulgentes y en medio de todo ello la joven soñadora, tratada poco menos que como una criada.