Nana no es un gato cualquiera y su forma de ver el mundo y de narrar esta historia mucho menos, pues así es, con su particularidad el es la vos en off de la historia, en la cual nos reconcilia con la vida durante su viaje con Satoru, nos muestra la sutileza de lo simple, el cariño en forma de ronroneo, evocando la memoria de los que hemos tenido la fortuna de compartir con estos hermosos animales, e invitando a los apáticos a darles una oportunidad, empezando por lo menos por estas letras.
Los gatos no nos ponemos sentimentales como los humanos. Pero, bien mirado, me parece que entiendo qué se siente.
Vaya manera más facilona de bautizar al prójimo. Me preocupé un poco al pensar qué nombre me pondría.
¿Por qué diablos los humanos odiarán tanto las cucarachas? Para los gatos, en cambio, cuánto más rápido se mueven los bichos, mejores contrincantes son y más divertido es atraparlos.
—Bueno, lo cierto es que tienes un método peculiar para bautizar a los gatos. Como hiciste antes con Hachi.
¡Si tú te quedas, mi dueño y su esposa pensarán todo el rato en Miyawaki! ¡Y, si su esposa se acuerda de Miyawaki, mi dueño sufrirá!
Nosotros, los gatos, somos cautelosos, pero cuando tenemos que luchar, erizamos el rabo y no nos arredramos ni siquiera ante animales mucho mayores que nosotros.