En las afueras de Medellín, a mitad de camino entre los pueblos de Envigado y Sabaneta y entre naranjos y limoneros, en la falda de una montaña se alzaba la finca de la infancia, Santa Anita, mirando hacia la carretera. Desde su corredor delantero los abuelos los veían venir. «¡Llegaron!», decían aterrados cuando en la primera curva aparecía el Fordcito atestado, como si fueran la plaga de la langosta. No. A Santa Anita no la tumbaron ellos, el narrador y sus hermanos: la tumbó el derrumbe de la montaña en que se alzaba, que en una temporada de lluvias se vino abajo y se la llevó. Hoy que el narrador tiene la edad de los abuelos, al recordar, los días turbios del presente se tiñen de un color azul.
Buenas noches Marie Agus, solo quiero manifestarte lo fascinado que quedé con la lectura del señor Fernando, pero también de tu maravillosa descripción. Un abrazo grande desde Medellín Colombia, tierra del mencionado.
Este autor colombiano tiene un estilo bastante personal en el que el amor, el respeto, los sentimientos mas entrañables, se mezclan con la ironía, el sarcasmo, la crítica despiadada y se sazonan con un humor fino por momentos hilarante. Debemos tener en cuenta que se trata de una persona muy particular: anti-católico a muerte, que tuvo 19 hermanos, una madre déspota y ausente en sus deberes de progenitora, una familia bastante díscola. Su crítica a la sociedad colombiana y a su política es descarnada. En fin, todo esto lo vuelca en esta novela que podemos considerar autobiográfica y que me gustó bastante. Contada en primera persona durante un viaje en avión junto a un psiquiatra al que relata los avatares de su vida, con una verborragia que hace que por momentos perdamos el hilo del relato, pero que le da un toque particular. No aconsejable para personas creyentes ya que su visión de Dios es muy particular.
En foto no se siente la escultura, ni la arquitectura, ni la pintura, ni la gente. La fotografía es la pornografía del arte.
...Fue a buscarla y a pedirle que se casaran. Ella le respondió que no, que él se debía a la mujer que ya tenía y a sus hijos. ¡Ah con esta puta religión de Cristo que empendeja al cristiano! Vida no hay sino una sola. Si Cristo decidió cagársela en una cruz, ¡allá él!