Nick Mason acude a la cárcel con un grupo de periodistas para presenciar una ejecución… El condenado se dirige a él para pronunciar sus últimas palabras: «Se equivocaron de hombre —dijo con voz no del todo segura—. Yo no lo hice»… Y a continuación le susurra el nombre del asesino… A partir de ese momento, el reloj de Mason se detiene, y nada ni nadie conseguirá apartarle del caso…
Hay gente con la que uno no puede evitar deprimirse. Uno no sabe por qué... Ellos dan lo mejor de sí por se simpáticos, pero deprimen.