OSARIO COMÚN

En Argentina, los libros de terror de origen norteamericano venden mucho, son con frecuencia Best Sellers, pero los autores locales son prácticamente desconocidos, y hasta hace pocos años ni siquiera existían editoriales especializadas. La editorial Muerde Muertos se propuso remontar parcialmente esa tendencia, y este libro es uno de sus quijotescos intentos. Brinda un panorama sobre la producción actual, que tiene el mérito de despegarse un poco de la omnipresente Buenos Aires: hay varios autores del interior, y uno chileno. En toda antología hay variaciones en la calidad de lo ofrecido. Es inevitable, y si se piensa no tiene nada de raro, porque incluso en los libros de un único autor suele haber uno o dos relatos flojos. A un bibliófilo esos altibajos no deberían amedrentarlo: sabe que siempre habrá dos o tres pepitas de oro a encontrar, autores que pueden hacerle decir: "¿Cómo es que no lo conocía?" Sin embargo, puede que los altibajos de "Osario Común" sean demasiado acusados. Al pasar de un cuento a otro, uno se siente a veces en una montaña rusa. Hay relatos excelentes: Mariana Enríquez, con su historia de dos adolescente que se causan heridas obligadas por algo que habita en las cañerías ( un extraño y repelente primo de Pennywise), Gustavo Nielsen, con escenas propias de una pesadilla brotando en una noche demasiado real, o Jorge Baradit, y su brillante reescritura del universo zombie. Hay varios relatos buenos, que adaptan el universo de King a escenarios locales, lo hacen con habilidad y se disfrutan. Y hay relatos a los que les faltó elaboración y reescritura. O la producción local, por escasa, no ofrece suficiente calidad para una antología, o no se supo rastrear bien el talento. Estoy seguro de que hay más talento por allí, escondido, inédito, "disfrazado" dentro de producciones que se dicen "fantásticas" (término que con frecuencia es eufemismo de otros, mal vistos por las editoriales convencionales), a la espera de salir a la luz. O de derramar su oscuridad, si me permiten la imagen afín. Ojalá el éxito actual de Mariana Enríquez permita derribar prejuicios y esa oscuridad se expanda, sin que los autores deban escudarse en frases como "bueno, esto en realidad es fantástico, no terror", o "no soy solo escritor de terror, esto es sólo una etapa".