Una tierra donde siempre es navidad y un psicopata que recoge niños para llevarlos allí. Victoria McQueen tiene un don especial para encontrar cosas: una pulsera extraviada, una fotografía perdida, las respuestas a preguntas incontestables. Con su bicicleta puede atravesar un mágico puente que, en cuestión de momentos, la lleva adonde necesita ir, ya sea al otro lado de Massachusetts o al otro lado del país. Charles Talent Manx también tiene su propio don: sabe manejar a los niños. Los lleva a dar un paseo en su Rolls-Royce de 1938 con la matrícula NOS4A2 (Nosferatu). Con su viejo coche puede salir sin problemas del mundo cotidiano hacia las carreteras ocultas que los transportarán al asombroso —y terrorífico— paraíso de la diversión que él llama «Christmasland». Y entonces llega el día en que Vic sale en busca de problemas… y encuentra a Manx.
Me ha gustado, tiene una manera de escribir muy parecida a su padre incluso utilizando nombres y sitios que inventó él. Lo recomiendo
Reza el dicho que en ocasiones el alumno supera al maestro. En este caso, el hijo aun no supera al papá, pero ya se topa de frente. Un buen trabajo de Joe Hill, muy superior a sus trabajos anteriores, (sin llegar a ser una joya literaria) claro siguiendo la formula del maestro (King). Hill logra una buena historia con destellos aceptables -me encanto la idea de la bicicleta y el puente ¿quien de niño no soñaba que su bicicleta tuviera poderes especiales?- Además un vampiro en Rolls Royce le da algo de clase. Joe pierde el rumbo en algunos momentos pero al final logra enderezar el camino. Bueno para leer en Navidad mientras ves las esferas del árbol brillar. Por cierto, me gusto la portada con la placa ensangrentada en fondo blanco.
Joe Hill es hijo de su padre. La maravillosa forma de escribir se parece tanto a la de su progenitor, que incluso llegue a pensar que lo escribió él y le cedió el mérito a su hijo. La historia es muy entretenida,pero la verdad me esperaba más sobre Christmasland, el cuál casi no aparece. El final da pie a una segunda parte, o al menos a un libro de ciertos personajes. Espero que eso pase,pues la conclusión me dejó con ganas de más.
La necesidad de alejarse de las cartulinas —de huir de sus propios dibujos como si fueran fotografías de animales desollados— creció en el interior de Vic y por un momento casi la asfixió
El señor Manx salvaba a los niños y Bing a las mamás. Ahora, sin embargo, las mamás se habían terminado
Manx parecía tener entre ochenta y mil años, pero había una agilidad limpia en sus movimientos que recordaba a la fuerza de un adolescente desgarbado