A finales del siglo XIX,en la desaparecida localidad de Atlas, la joven Abigail Clayton era reconocida por el curioso talento de fotografiar a los muertos. Una habilidad que cuidaba un aterrador secreto: los protagonistas de sus imágenes le susurraban secretos sobre los vivos. Personas de todo el país viajaron a conocer a la "médium Clayton "; recibió a campesinos y diplomáticos, ayudó en casos legales y policiales, hasta que una acusación de demencia y un escabroso homicidio terminaron con su corta carrera. "Bruja, loca,asesina ", dicen que estuvo encerrada más de una década en el sótano de un sanatorio antes de que la tuberculosis y el olvido la mataran. Dicen muchas cosas sobre ella. Sin embargo, lo único claro, es que la verdadera historia de quienes relataba se escondía en el susurro de los fantasmas o detrás del clic de una de sus fotos.
Quien amó y aún ama, no debe ni quiere olvidar, ¿no es así? La fotografía hace eso. Ayuda a la mente, pero más que otra cosa, perpetúa el amor.
Si se mantenía lo suficientemente quieta en esa esquina, si no miraba ni conversaba con nadie, quizá se olvidarían de su presencia...
Las almas tienen métodos silenciosos para congelar el tiempo y abrazarse en una sonrisa cómplice
¿Querría decir eso, entonces, que sin sufrimiento no había meta en la vida?¿Que sin la angustia de atravesar lo incierto, no había forma de llegar a lo seguro?
Dejar ir ya es difícil, más cuando sientes que quien se te va fue arrebatado por un mensajero invisible