LA APUESTA

Sinopsis de LA APUESTA

Como cada mañana, Érika, después de ducharse, se envolvió en su albornoz. Después fue hasta la cocina minúscula, que contenía lo necesariamente indispensable, y pulsó el botón de la cafetera sin moverse del sitio. Unos minutos más tarde estaba sentada sobre el sillón del salón con las piernas estiradas sobre la mesa, con una taza de café entre las manos, disfrutando de una de las pocas rutinas que le gustaban mientras cerraba los ojos y simplemente se dejaba llevar por su mente; hacia algún recuerdo agradable del pasado, tal y como el psicólogo le había aconsejado. Trataba de no olvidarse de la persona que una vez fue. Era de vital importancia para ella, y sobre todo para su maltrecho y herido corazón.