El amor es un naufragio en el tiempo. ¿Dónde vive el alma humana? ¿A cuántas vidas tiene que dañar un pecado? Los ojos de una joven miran hacia el mar agitado. Algo en el horizonte está a punto de cambiar su destino. En 1609, un barco proveniente de la Nueva España naufraga en las costas de Japón. La bella Tonbo y Álvaro de las Casas chocan sus pupilas y el mundo tiembla. Erika viaja a Japón junto a su esposo y su hija. En plena década de 1980, se descubre ignorante de todo: del alfabeto, de las costumbres, de la comida. Pero una fuerza misteriosa la hace sentir que ha vuelto a casa. Una libélula, un amor y dos vidas mezcladas hacen del tiempo una isla para descansar.
De nada sirve ser demasiado duro con uno mismo. Tenemos que aprender a tratarnos con más amabilidad, pues alcanzar la perfección es esfuerzo de santos y titanes.
No tenemos asegurada nuestra permanencia en este plano y existir con intensidad el presente es lo mejor que podemos hacer.
Aunque vivamos en diferentes partes del mundo y tengamos costumbres distintas, lo que el alma humana busca en el fondo no es tan ajeno.
¿Qué es la vida sino una sucesión de instantes fragmentados? Algunos felices, otros tristes, pero nada más.
Lo que más trabajo nos cuesta adquirir es, invariablemente lo más difícil de soltar.
A pesar de que durante mucho tiempo permanezcas ignorante al compromiso, llega el momento de honrar las promesas hechas con el corazón. A costa de lo que sea. Respetar el honor es el don más alto al que se pueda aspirar, lo más apreciado por los dioses.