Los tokiotas han adaptado su vida diaria a los platillos volantes que sobrevuelan la ciudad, sin preocuparse demasiado por los invasores e ignorando si algunos ya están entre ellos.
"Reconozco que no sé nada y que puede que si que sea idiota, pero aunque esté equivocada, las cosas importantes las quiero pensar y decidir por mí misma".